El comportamiento de la mayoría de los niños con síndrome de Down es semejante al propio de otros niños de nivel similar de desarrollo y, en general, no presentan especiales dificultades en este terreno. Como en el resto de las personas, es la combinación de su temperamento o carácter y de la conducta realizada en un momento dado. Sumado a esto, suelen tener una buena comprensión social y resulta una fortaleza el aprendizaje por imitación. Aun así, se encuentra que la prevalencia de trastornos de conducta disruptiva es algo mayor que en la población general. ¿Qué pasa cuando se presentan conductas difíciles? Las conductas difíciles pueden aparecer por varias razones. En ocasiones, existe una tendencia a la terquedad y obstinación en determinados momentos, la cual suele ser una característica evolutiva de todos los niños con y sin SD. Esta tendencia está relacionada con la búsqueda de independencia y la oposición de toda autoridad que sea impuesta fuera de ellos y es observable entre los 2 y 4 años (refiriendo algunos autores que puede llegar a extenderse a los 5), y nuevamente al llegar a la adolescencia. Otro gran motivo por el cual aparecen las conductas difíciles es la atención que reciben de los adultos y las recompensas que se reciben por estos comportamientos. Es decir, puede que hayan realizado una acción inadecuada en el pasado para librarse de una tarea o para obtener algo; porque saben que lo que hará tendrá una reacción de molestia; o porque prefieren ser castigados sobre ser ignorados, sobre todo cuando se está intentando de fomentar la independencia del niño. Un punto importante al analizar una conducta o comportamiento difícil es la salud, ya que problemas médicos agudos o crónicos pueden impactar directamente en el desarrollo del niño y en su conducta. Algunos ejemplos de condiciones médicas a evaluar son los problemas de visión y audición, alteraciones tiroideas de tipo hipo o híper, la enfermedad celiaca, la apnea del sueño, la anemia, el reflujo gástrico y el estreñimiento. Con el objetivo de mejorar la calidad de vida principalmente y para descartar que las dificultades conductuales tengan un origen médico, es indispensable que se consulte a un médico de manera regular. De igual forma muchas otras ocasiones, aparecen conductas difíciles debido a situaciones que tienen más relación con la expresión emocional, como por ejemplo que se encuentren enfadados, frustrados, inseguros o confusos respecto a las expectativas de ciertos ambientes o situaciones. También como parte del origen de la problemática encontramos otras circunstancias como el hambre, el sueño y la falta de enseñanzas de acciones y eventos específicos que se dan por hecho en los niños sin discapacidad y que escalan hasta convertirse en dificultades mayores. La intervención. Lo más sencillo para evitar que las conductas inapropiadas aparezcan es la aplicación de programas preventivos, ya que resulta mucho más sencillo corregir una mala conducta que enseñar algo nuevo partiendo de un mal hábito. Establecer la conducta que se quiere eliminar debe implicar enseñar el comportamiento apropiado en su lugar, es decir se deben reemplazar los “no comas con las manos” por “come con la cuchara”. De forma simultánea, se han de fijar normas y límites desde edades tempranas, así como aplicar de manera sistemática y continuada programas de entrenamiento en habilidades sociales para evitar que surjan las conductas disruptivas (Verdugo, 1989; Caballo, 1993; Monjas, 1999; Izuzquiza, 2007; Ruiz, 2007) Enseñar habilidades de conducta positiva requiere paciencia y constancia. Estrategias que suelen ser efectivas son el aprendizaje por imitación y el uso de apoyos visuales y físicos acordes a la edad y necesidad de cada niño. La manera de establecer conductas deseables es establecer hábitos, de manera inicial los de sueño y de alimentación. El establecimiento de normas es fundamental además para la construcción de conductas favorables; normas que deberán existir dentro de la familia, en la comunidad y en los centros educativos. Las consecuencias naturales Son los resultados racionales y directos de las acciones de los niños. Estas propician un sentido de responsabilidad de las conductas realizadas y favorecen el pensamiento lógico, por ejemplo, decidir salir sin paraguas en un día lluvioso llevará como consecuencia mojarse. Algunos ejemplos de consecuencias naturales son: Si no se lava las manos, no puede comer. Si no va al baño por la noche, no puede dormir. Hasta que recoja este juguete, no podrá jugar con el otro. Si no acaba sus deberes, no puede ver la TV. Pautas para aplicar las consecuencias naturales (Ruiz, 2008): * Deje clara al niño la norma y la consecuencia natural que se le aplica * Presente alternativas y deje que el niño escoja * Sea firme y amable. La firmeza se refiere a la constancia en el comportamiento. La amabilidad a la forma de presentar las alternativas. * Hable menos y actúe más. * Evite las peleas y las broncas: muestran falta de respeto hacia la otra persona * No ceda: esto indica falta de respeto hacia uno mismo * Si el niño no realiza la conducta adecuada, aplique la consecuencia natural siempre y sin excepciones * Déjele probar un tiempo después. Si vuelve a hacerlo mal, alargue el tiempo antes de que pueda volver a probar. * Sea paciente: las consecuencias naturales y lógicas tardan en ser efectivas. * En el caso de los niños con síndrome de Down, si se aplican con constancia, se acaban incorporando a sus rutinas diarias. Fuentes:
Díaz-Caneja, P.; Flórez, J (s/f) Comportamiento y conducta. Fundación Iberoamericana Down 21. Recuperado de: https://www.downciclopedia.org/images/PDF/Comportamiento-conducta-sindrome-de-down.pdf Ruiz, E. (2008) Intervención sobre la conducta en niños con síndrome de Down. Fundación Iberoamericana Down 21. Recuperado de: https://www.down21.org/revista-virtual/422-revista-virtual-2008/revista-virtual-julio-2008/articulo-profesional-julio-2008/1621-intervencion-sobre-la-conducta-en-ninos-con-sindrome-de-down.html#:~:text=La%20sucesi%C3%B3n%20de%20actos%20repetidos,hacen%20parecer%20tercos%20y%20obstinados. Patterson, B. (2004) Problemas de conducta en las personas con síndrome de Down. Revista síndrome de Down. Recuperado de: http://www.downcantabria.com/revistapdf/conducta.pdf
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